Eminem, cuyo nombre real es Marshall Mathers, sufrió una grave adicción a medicamentos recetados durante su ascenso a la fama a principios de los 2000. Llegó a consumir hasta 20 pastillas al día y tuvo una sobredosis casi mortal en 2007, momento en el que incluso estuvo clínicamente muerto durante unos minutos. Tras esta experiencia, despertó en el hospital con tubos y causado por la sobredosis, donde no entendía lo que había pasado. Relató que su cuerpo desarrolló una alta tolerancia, lo que lo llevó a un círculo vicioso de consumo con riesgo de muerte.
Este episodio traumático fue el punto de inflexión que lo motivó a buscar ayuda. Eminem se dio cuenta de que, si no cambiaba, podría perderlo todo, incluida la vida de sus hijas, que considera una gran influencia para mantenerse sobrio. Él mismo dice que lloró porque se perdió el nacimiento de una de sus hijas y no quiso volver a perder momentos importantes debido a su adicción.
Tras su rehabilitación, Eminem adoptó hábitos saludables como el deporte para mantenerse sobrio. Ha celebrado públicamente más de una década de sobriedad y continúa comprometido con su recuperación, visitando regularmente a un consejero de rehabilitación. En entrevistas ha reconocido lo difícil que fue salir de esa etapa oscura, pero también que ahora comprende la adicción como un problema familiar y personal que ha logrado superar parcialmente.
El documental reciente Stans, dirigido por Steven Leckart, aborda parte de esta historia, mostrando la lucha de Eminem frente a la adicción y su miedo a morir durante ese periodo crítico[consulta original].
En resumen, Eminem vivió un oscuro ciclo de dependencia de pastillas recetadas que casi le cuesta la vida en 2007, un momento que marcó un cambio decisivo hacia su recuperación y sobriedad actual.